Si tu congelador se ha convertido en una especie de país de Nunca Jamás que llenas de alimentos para poder comértelos en caso de emergencia nuclear, no te preocupes. No eres al único que le ocurre lo mismo. Seguro que en más de una ocasión, y de dos, te has comido algo recién salido de ese cofre sin fondo y has notado algo «raro» que no acababa de gustarte. ¿Sabes por qué?
Pues muy sencillo, porque hay una serie de alimentos que no se pueden congelar no solo porque pierden sus propiedades sino también porque pueden provocarte una digestión demasiado pesada. Sigue los siguientes consejos para evitar problemas de salud.
– Embutidos y carnes con su grasa: Seguro que has congelado en varias ocasiones un filete, una chuleta o algún embutido. Al descongelarlo te das cuenta de que la carne está muy bien, pero la parte de la grasa está rancia y sabe mal. Aparte de ser un verdadero delito, aún por añadir al Código Penal, el congelar el jamón o la cecina, no dudes en evitar la congelación del cocido de tu abuela, del tocino recién llegado de tu pueblo y de todo aquello que pueda ser susceptible de aumentar tu colesterol.
– Huevos y fruta: Bajo ningún concepto has de congelar cualquiera de estos productos. A la alteración de su sabor se le unirá que sufrirás una gastroenteritis de inciertas circunstancias.
– Patatas cocinadas: Si las has cocido o guisado y no sabes qué hacer con ellas úsalas en una crema de verduras. Recuerda, igualmente, sacar la patata de los guisos de legumbres que hayas preparado para evitar que este tubérculo arruine el sabor del plato al ser descongelado.
– El queso: Si te gusta el queso cómetelo, déjate de inventos y de querer degustarlo dentro de unos meses. Recuerda que es un alimento vivo y que su proceso de curación se alterará si lo destierras a tu congelador.
– Marisco, pasta y arroz: Sí, es posible que veas en el supermercado toneladas de gambas congeladas, pero hay que saber cuándo, y cómo, hay que congelarlas para que mantengan sus propiedades. Como en algunos casos es mejor congelar el marisco en crudo y en otras cocido, tira por la calle de en medio y no lo congeles. Lo mismo sucede con el arroz y con la pasta.
– Pescado: Si llegas de la pescadería y lo congelas no hay problema, si lo dejas unos días en la nevera y lo congelas correrás un gran riesgo. Avisado estás.
– Verdura fresca: ¿A que cuando en tu ciudad el termómetro está a menos 5 no dices que hace fresco? Pues con la verdura pasa lo mismo. Úsala siempre en crudo y nunca congelada.
– Salsas: Mide mejor las cantidades y ahórrate congelarlas.
– Repostería casera. Que sí, lo sabemos, el bizcocho de tu tía y el flan de tu madre son dos obras de arte, pero congelándolos solo vas a lograr exterminar su sabor y no poder disfrutar de su textura. No querrás descongelar uno de los dulces y que al probarlo notes que ha perdido su característico sabor. Tenlo en cuenta, usa tu WhatsApp y avísales para gestionar mejor la entrega de fiambreras con semejantes tributos a la repostería casera.
Recuerda, comer sano es una de las mejores opciones para rendir más en tu día a día. Deja el congelador exclusivamente para aquellos días en los que no has tenido tiempo para nada. A veces, una simple ensalada es mucho más nutritiva que un cocido que lleva 6 veranos bajo cero. Seguro que los fabricantes de papel higiénico comenzarán a odiarte a partir de ahora.
Comienza a gestionar la comida de tu congelador… Guarda dentro solo los alimentos recomendados y recuerda: De vez en cuando hay que sacarlos. ¡No pueden estar en el congelador para siempre!
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