Normalmente asumimos que para perdonar a alguien tenemos que darle una nueva oportunidad, pero no tiene por qué ser así. Perdonar consiste en aparcar el rencor y seguir adelante, independientemente del rumbo que escojamos. Es beneficioso para el resto, pero sobre todo lo es para nosotros mismos.
Quizá quien te hizo daño tenía motivos para comportarse así o simplemente no fue consciente de sus actos. Puede que no pase por un buen momento o que arrastre muchas heridas de su pasado. Si queremos perdonar a la otra persona y avanzar, es muy útil empatizar con ella.
Si nos estancamos en un suceso determinado de nuestra vida, la mejor opción es buscar ayuda profesional. Es la mejor forma de entender nuestros propios sentimientos, procesarlos y avanzar. Así conseguiremos vivir sin rencor y seguir adelante.
En resumen: es importante avanzar y alejar de nuestras vidas el rencor y el resentimiento. Todo ello sin dejar de mirar por nuestro propio bien, siendo conscientes de quién merece una segunda oportunidad y quién no.