Cuando dos cervezas te acercan a alguien que realmente siempre has tenido al lado, es como si todos tus esquemas cambiaran. El problema aparece cuando lo que te apetece hacer se cruza con lo moralmente correcto.
Miriam está divorciada y no tiene hijos. Ella vive a las afueras de Madrid en una pequeña urbanización, lo que hace que de manera involuntaria termines conociendo a quienes viven en ella. En el caso de Miriam, una avería en la máquina cortacésped le hace pedir ayuda a su vecino. Y con unas cervezas de agradecimiento terminan liándose. Es aquí cuando nuestra protagonista entra en un dilema, su vecino está casado y su mujer es una compañera de pilates con la que tiene muy buena relación.