Lo recomendable es comenzar por la mañana temprano cuando estamos más descansadas, ponernos cómodas, seleccionar los productos de limpieza y comenzar poco a poco. Lo ideal cómo hacen en Japón es que colabore toda la familia, incluidos los niños.
Y es que se trata de limpiar todo, no solo lo que se ve, también el interior de los muebles y los rincones más complicados. Debes sacar todo lo que tengas en los armarios y cajones y quedarte sólo con aquello que uses, se trata de eliminar todo lo que no necesitemos. Para ello hazte con dos bolsas, en una pon aquello que vas a tirar y en otra aquello que puedes donar. Después hay que limpiar los muebles por dentro y ordenarlo todo otra vez.
En el proceso de limpieza se sigue siempre el mismo orden, se emplean paños de algodón, no debemos frotar demasiado para cuidar los muebles además de usar productos de limpieza respetuosos con las personas y el medioambiente. Un ingrediente habitual es el vinagre.
Tal y cómo recoge Vanitatis, «Las habitaciones se limpian desde arriba hacia abajo, para evitar ensuciar algo que ya hemos limpiado, comenzando con los techos y bajando por las paredes hasta llegar al suelo. También se hace siguiendo el sentido de las agujas del reloj, si finaliza en el mismo punto en el que se empieza, de esta forma no olvidaremos nada sin limpiar. A la hora de barrer, el orden suele ser desde el fondo de la casa hacia la entrada, siguiendo esta dirección para evitar que el movimiento de la escoba extienda la suciedad en lugar de recogerla.»
Cuando termines de limpiar y ordenar sólo tendrás en tu casa aquello que de verdad te resulta útil, evitarás así acumular objetos innecesarios y llenar tu casa de buena energía. Es bastante trabajo si, pero mientras lo realizamos podemos despejar la mente, centrarnos en el aquí y ahora, casi cómo si meditásemos ya que se trata de un trabajo repetitivo que nos ayuda a desconectar.
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