Es lógico pensar que hay que superar y olvidar las malas experiencias de nuestra vida para seguir adelante y afrontar nuevos retos, pero la realidad es muy distinta. Cada experiencia de nuestro pasado nos convierte en quienes somos y por eso olvidar no es la mejor opción. Hay que convivir con nuestro pasado, aceptarlo y avanzar.
María José conoció a su expareja con 13 años y se divorció a los 55. Han pasado dos años desde entonces y considera que su mayor error fue querer y perdonar en exceso a esta persona. Durante todos estos años él siempre mantenía relaciones paralelas y María José sentía que aportaba mucho más de lo que recibía. Pese a ello, reconoce que fue muy feliz a su lado y que le quería con locura. Hace dos años él le echó de casa y María José se vio obligada a comenzar una nueva vida. Actualmente tiene otra pareja con la que es muy feliz, aunque es incapaz de olvidar su anterior relación, pensar cómo pudo ser su vida sin él y cicatrizar las heridas del pasado.