30 años de carrera y conserva la capacidad de sorprender a sus seguidores. Y lo ha hecho, gratamente, con la publicación de Mares de Miel la carta de presentación de su nuevo disco tras Bio, toda una declaración de principios en la que decidió abrir el alma.
Mares de Miel se alza con el Superdial de la semana ¡y lo celebramos!
Mares de miel es una nueva historia musical que contar, una de las 10 que guarda -aún con recelo- en su último proyecto musical que iremos conociendo poco a poco, para paladearlo como se merece y que recogerá el testigo de El Disco (2019).
Universal Music adelanta que la nueva criatura de Sanz cuenta con diez temas completamente inéditos que han sido producidas por Alfonso Pérez en estrecha colaboración con el mismo Alejandro Sanz y con Javier Limón. A este trío de ases hay que sumarles la labor en la fase de mezclas de un reputado nombre internacional como es Peter Walsh.
En la información con la que la casa de discos de Alejandro Sanz ha presentado el nuevo álbum del músico se explica que «en él, Alejandro Sanz se aventura en contornos de expresión inesperados, pero también refina el modelo creativo que le ha convertido en referencia de la música popular a nivel global. “Mares de miel” es el mejor ejemplo de esa capacidad para transformar sus propios estándares partiendo de los rudimentos esenciales de la canción, un formato que en manos expertas no entiende de límites ni restricciones».
Así presentaba en redes sociales, Alejandro Sanz, Mares de Miel
Por primera vez vais a escuchar #MaresDeMiel 🌊 @amazonmusic
¿Qué tal sienta la primera vez? ¿Repetimos?
👉 https://t.co/vMqHAVXoxf pic.twitter.com/v7z51fG7Ia— Alejandro Sanz (@AlejandroSanz) October 14, 2021
«En este nuevo trabajo del madrileño –producido por Alfonso Pérez con Alejandro Sanz y Javier Limón; mezclado por Peter Walsh– encontramos diez composiciones dominadas por esa actitud renovadora- añade»
“Mares de miel” -asegura- avanza imparable sobre los raíles de una melodía brillante, propulsada por un ritmo de sustrato flamenco que no necesita forzar el acento sureño.
Sanz administra los poderes de la partitura con inteligencia. Dosifica el misterio de una letra sugerente que pellizca cerca del corazón, antes de explotar en uno de esos estribillos que se adhieren a la primera.
Pero la cosa no termina ahí, porque después desarrolla una sutil trama armónica con arreglos de metal que –sin salidas de tono ni exceso de subrayados– nos acompaña de camino al etéreo fade-out.
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