Aunque te consideras optimista, ¿crees que últimamente te cuesta pensar en positivo?. Te damos algunas claves para potenciar tu optimismo natural o si no lo tienes para ir incorporando poco a poco en tu vida.
Ser optimista conlleva numerosos beneficios vitales. Según un estudio realizado por la National Academy of Sciences en EE.UU, el optimismo repercute en nuestra esperanza de vida, alargándola en un 15 por ciento y además de manera saludable, sin enfermedades e incapacidades típicas de esas edades.
Ser optimista es el resultado de un hábito: debes entrenar tu mente para que estar convecido de que tienes posibilidades de generar cosas buenas en tu vida. … Y sobre todo, no te culpes cuando algo te salga mal. De los errores también se aprende.
La buena noticia es que todos podemos aprender a pensar de manera positiva. Te damos algunas pautas para hacerlo.
¿Sabías que…
El optimista no siempre ve el lado positivo de la cosas, pero sí, la mayoría de las veces lo hace y está convencido de que todo va a salir bien. Un optimista es alguien que tiene la capacidad y la habilidad de provocar que las cosas fluyan y evolucionen correctamente.
Según la RAE, una persona optimista es aquella que tiende a ver y juzgar las cosas en su aspecto más positivo o más favorable.
Vivir el presente aumenta nuestra sensación de calma, si piensas que la felicidad está en otro lugar o en otro momento, trabajo o pareja, nunca podrás disfrutar del momento presente.
Un truco es programar avisos periódicos para parar y tomar consciencia de lo que haces, piensas o sientes en ese momento. Te ayudará a ser más consciente de lo que tienes.
Empieza cada mañana apuntando todo lo que tienes que agradecerle a la vida, muchas veces son cosas que no valoramos porque las damos por hecho. Pensar en ello hará tu vida mejor, te dará felicidad y alegría e iluminará tus emociones.
Hay estudios que afirman que un paseo de una hora por el parque nos eleva el ánimo y mejora nuestra concentración y memoria.
Si este paseo es un poco más largo (unos cuarenta minutos más), tu cerebro experimentará cambios que te protegerán de la depresión. Salir a respirar al aire libre regula nuestros niveles de cortisol y con ello será menos probable que suframos estados de ánimo bajos o ansiedad.
Revisa además tu postura corporal, aunque no lo creas hay posturas expansivas (hombros atrás y posición estirada), que nos ayudan a ganar autoconfianza y reducen los niveles de cortisol en nuestro cerebro.
Meditar a diario provoca cambios estructurales en el cerebro, ayuda a combatir el dolor físico y los estados de ánimo bajos.
Además meditar te ayuda a parar los pensamientos negativos y favorece un estado más consciente.
Si nunca lo has hecho, hay aplicaciones que pueden ayudarte a comenzar cómo Calm o Headspace.
Intenta practicar todos los días y sobre todo se constante, no te rindas pensando que no funciona. No es milagroso pero si eres constante ayuda.
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