Mucha gente es partidaria de los planes improvisados. Son una buena opción, siempre y cuando conozcas bien a la otra persona. Sin embargo, en una primera cita es mejor tener las cosas bajo control ya que los nervios estarán a flor de piel. Si eres tú quien propone el lugar jugarás con ventaja, ya que al estar en un entorno que conoces reforzarás tu confianza. Eso sí, la decisión tiene que ser consensuada entre los dos, no una imposición.
Para que la cita funcione a la perfección es importante que nos mostremos seguros de nosotros mismos. Por eso tendremos que procurar sentirnos así, aunque los nervios quieran jugarnos una mala pasada. Un buen conjunto o un maquillaje atrevido harán que aumente nuestra confianza y nos sintamos más cómodos.
Los primeros segundos son fundamentales para causar una buena impresión. Lo mejor es evitar temas controvertidos como el dinero, la política o la religión y centrarse en conversaciones más neutrales. Una buena idea es hablar del lugar en el que estáis y explicar por qué lo has elegido. Tener una actitud positiva y mostrar interés por la otra persona harán que la velada sea mucho más agradable.
Esta parte depende solo y exclusivamente de vosotros. Pero recuerda: una primera cita puede acabar de muchas formas y muy diferentes, así que no centres todas tus expectativas en el sexo. Tanto si decidís acostaros como si no, lo importante es la cita en su conjunto, no solo el final.
En resumen: es importante que te muestres tal y como eres sin ningún tipo de presión o de inseguridad, pero también debes guardar algo de misterio para las próximas ocasiones. Con estos consejos no tendrás ningún problema para conquistar a la otra persona.