Lo de tragarse el chicle es algo habitual cuando eres niño. También de adulto puedes llevarte un susto, sobre todo cuando estás nervioso y el estrés hace que el chicle se descontrole en tu boca… o cuando ingieres algún líquido mientras comes chicle y ¡zas! se te va para dentro.
Una vez que te has tragado sin querer el chicle, va directamente a tu estómago. Y allí puede quedarse más tiempo de lo que crees. ¿Sabes por qué? Porque nuestro estómago no posee enzimas digestivas para descomponer la goma de mascar.
No te preocupes, porque aunque no se desintegra, acabará saliendo por el tracto digestivo más tarde o más temprano. Pasará más lento que la mayoría de los alimentos pero terminará saliendo hacia el retrete agrupada con otros restos a través del intestino. Aproximadamente tarda entre 40 horas y siete días en salir.
El pequeño padeció problemas de estreñimiento durante casi 24 meses y finalmente, no hubo más remedio que operarle para poder desobstruir su intestino.