Al principio se creía que nuestros perros y gatos no podían contagiarse de la COVID-19. Sin embargo, el tiempo confirmó que sí podían contraer la enfermedad.
Prácticamente acabamos de salir de las navidades y ya hay una tercera ola aproximándose rápidamente. Por eso, la mayoría de los países han comenzado sus procesos de vacunación para intentar estar preparados, en la mayor medida posible. Pero ¿debería haber un antídoto también para nuestras mascotas?
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En principio no se plantea, a corto plazo, ningún fármaco alternativo para proteger a los animales del virus. Lo cierto es que no se ha dado gravedad en ningún caso de los que se ha dado entre la especie animal. Sin embargo, si se diese un brote fuerte, es posible que miles de animales fuesen sacrificados para evitar una crisis ambiental, y esto provocaría una crisis económica en algunos sectores.
El vicepresidente de salud de EcoHealth Alliance, una organización que rastrea enfermedades emergentes en animales ha señalado que:
“los gatos y los perros no juegan un papel importante en el mantenimiento o transmisión de la enfermedad a los humanos”.
De ahí que se diga que no es necesaria la vacuna desde el punto de vista de salud pública.