Con el objetivo de «quedar de guay», tal y como resalta nuestra especialista, solo estamos mostrando un inicio de conversación de lo más anticuado. Un innecesario gesto con el que bloqueamos a los más pequeños y que tiene varios efectos.
El primero de ellos tiene que ver con su propia madurez y su conocimiento en las relaciones de pareja: «No entienden nada del desamor, del amor…», cuestiona Rocío.
Otro ejemplo negativo que damos a nuestros hijos tiene que ver con esta frase: «Le estamos diciendo que, para tener éxito en la vida, tienen que tener pareja y ser guapo de golpe», recalca nuestra compañera.
Además, con esas frases y con las pregunta sobre novios o novias, estamos forzando a que el pequeño defina ya su orientación sexual, cuando todavía no tiene edad para ello.
«Les damos la idea de que las chicas con las que juegan sirven para ser novias, y viceversa», explica Rocío Ramos-Paul, destacando que a esa edad no pueden pensar en el género a la hora de jugar.
Una vez vistos los efectos negativos de hacer esta recurrente pregunta, nuestra especialista concluye la sección con una perfecta respuesta asertiva para este tipo de situaciones.