No parece haber dado en el clavo con los dos primeros oyentes, siendo colgado casi de inmediato y hasta con amenazas: «No llame otra vez, no la vayamos a liar…», aseguraba un segundo hombre que le dejó muy claro que no tenía nada que ver con el piso.
Después, ha llegado una encantadora mujer a reclamarle al propio Isidro que tardase tanto en volver a llamarla. Y sobre los problemas de la reforma, nada que el seguro no pueda solucionar: «Si es que nunca les molestamos para nada», comentaba la atrevida.
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