Un artista también bebe de otras obras, eso es un hecho. Las canciones de Antonio Orozco son fruto de numerosas reflexiones que el artista ha experimentado a veces por experiencias propias y en otras ocasiones las ha tomado prestadas.
El artista catalán con frecuencia nos atrapa con sus palabras y una labia de la que no muchos están dotados, pero esta vez las palabras con las que se ha ganado el aplauso de sus seguidores no eran de su cosecha, sino de Kevin Spacey, quien dio vida al profesor David Gale en la película de 2003, La vida de David Gale.
Antonio Orozco se ha topado con esta obra y la reflexión del protagonista en una escena en la que este está impartiendo clase a sus alumnos le ha dejado marcado. Tanto es así que ha querido compartir la enseñanza filosófica con sus seguidores.
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«Así que la lección de Lacan es que vivir acorde con tus deseos no te hará feliz. Ser enteramente humano significa esforzarte por vivir de acuerdo con ideas e ideales y no evaluar tu vida por lo que hayas obtenido en lo que respecta a tus deseos, sino por aquellos momentos de integridad, de compasión, de racionalidad… incluso de abnegación. Porque, a la larga, la única manera de evaluar la relevancia de nuestra vida es valorando la vida de otros»
Para entender esta reflexión hay que poner en contexto las palabras del personaje. Este habla de la persecución de deseos que, una vez cumplidos, desaparecen.
«En el instante en que consigues lo que buscabas, ya no lo quieres. No puedes quererlo. Para que el deseo pueda seguir existiendo necesita que sus objetos estén permanentemente ausentes«, expresa el personaje antes del momento que comparte Antonio Orozco en sus redes.
La reflexión nos invita a pensar: ¿lo que realmente nos hace felices es cumplir un deseo o la fantasía de imaginarnos cumpliéndolo? Según el matemático Blaise Pascal, los seres humanos estamos condenados a no querer lo deseado una vez lo tenemos.
¿Cuál es la salida? ¿Donde está entonces la verdadera felicidad? Este es el momento de la escena que destaca Antonio Orozco. Hay deseos que implican una tarea continuada, una persecución por conseguirlos que nunca acaba, y es la de hacer felices a las personas que nos rodean y aprender a vivir en paz con nosotros mismos y nuestro entorno. Ese ejercicio es diario, nunca termina y nos mantiene persiguiéndolo de forma constante.
De ahí la reflexión final: «la única manera de evaluar la relevancia de nuestra vida es valorando la vida de otros«.
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