La Organización de Consumidores y Usuarios ha analizado la presencia de Mercurio en 21 especies de los pescados y mariscos más consumidos, en su mayoría frescos pero también congelados y de lata.
Estos datos han sido publicados en la revista OCU-Salud de abril, que además advierten de una presencia media de mercurio en otros pescados bastante habituales en nuestra dieta, como el bonito del norte, la lubina y la merluza.
Un análisis del que se desprende que la mayoría de los productos analizados presentan niveles bajos de mercurio: entre ellos, destacamos los moluscos bivalvos como mejillones y almejas, los cefalópodos como pulpos y calamares, los crustáceos como langostinos y especies de pescado como salmón y lenguado.
Sin embargo la concentración es alta en el atún rojo, el pez espada y los tiburones tintorera y marrajo, todos ellos peces predadores, de gran tamaño y longevos.
Con esto la OCU confirma las alertas lanzadas por la Aesan y la Autoridad Europea en Seguridad Alimentaria (EFSA), sobre la presencia de este metal en algunas especies que en ocasiones puede llegar a ser tóxico.
Por ello niños y embarazadas no deberían consumirlo y los adultos no deberían superar las cuarenta raciones al año.
Por ello es aconsejable, cómo recomienda la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesán), altenrnar su consumo con otras especies en las que el contenido de este metal pesado sea bajo.
El mercurio se libera al medio ambiente a través de procesos naturales y está presente en el suelo, el agua y la atmósfera. Las plantas y los animales se contaminan con mercurio a través del medio ambiente, y el metal se transfiere y acumula a lo largo de la cadena trófica. En el caso del hombre, el consumo de pescado constituye la mayor fuente de exposición a este contaminante.
El mercurio pasa a los pescados mediante la alimentación, de manera que los peces más depredadores, que también son los más grandes, acumulan mayor cantidad.
Aunque la OCU apunta que «la mayoría de los productos analizados presentan niveles bajos de mercurio. Los que más destacan por su baja cantidad son los mejillones y almejas, los cefalópodos como pulpos y calamares, los crustáceos como langostinos y especies de pescado como salmón y lenguado.
Un nivel que también baja en los productos de acuicultura que en los de pesca.
En el resto de especies analizadas, apenas había contaminación por mercurio, en estos casos la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) aconseja tomar tres o cuatro raciones a la semana, alternando diferentes tipos de pescados, moluscos o cefalópodos.
La Aesan recomienda evitar el consumo de atún, pez espada o marrajo principalmente en mujeres embarazadas y niños, y limitar el consumo en la población general.
Tal y cómo afirma la OCU, «El pescado es imprescindible para una alimentación equilibrada. Una dieta que contenga pescados y mariscos contribuirá a mantener nuestra salud cardiovascular. Además, es básico para el desarrollo embrionario y el buen crecimiento de los niños. El pescado aporta proteínas de alto valor biológico, vitaminas A, D y B12, yodo y selenio»
No debemos eliminarlo de nuestra dieta sino combinar diferentes especies y consumir las especies más contaminadas solo de vez en cuando.
A este respecto la Organización de consumidores afirma que, «Los adultos sanos no deberían abusar de los peces predadores, como el atún rojo, el pez espada, el emperador o algunos tiburones como la tintorera o el marrajo, que pueden contener altos niveles del peligroso metilmercurio. Es importante alternar esos pescados con otros menos contaminados como la dorada, las sardinas, el lenguado, la trucha o el salmón”
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