El Consejo General de Enfermería aconseja el uso de mascarillas FFP2 en aquellos lugares cerrados, poco ventilados y con aglomeración de gente (como el transporte público) y, en especial en aquellos donde haya más probabilidad de estar en contacto con personas portadoras del virus como centros sanitarios o farmacias.
Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva y Salud Pública afirman que las mascarillas FFP2 precisamente se diferencian de las demás mascarillas por ese extra de protección que otorgan por su capacidad de adaptarse a la cara, algo que la barba impide ya que hace una especie de capa de pelo con huecos entre la piel y la mascarilla por dónde puede “colarse” el virus. No ocurre lo mismo con las patillas, el bigote o la perilla, que no afectan al ajuste de la mascarilla.
La mascarilla debe estar en contacto con la piel para hacer correctamente este sellado.
Lo más recomendable para conseguir un perfecto sellado de la mascarilla es no llevar barba, pero de momento es una recomendación para aquellos que utilicen las FFP2.
Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva y Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) son tajantes. «Si se va a utilizar una mascarilla FFP2 hay que afeitarse la barba, es un requisito para utilizarla».
Para la población en general la FFP2 no se considera, por ahora, necesaria en España. Sin embargo en Francia y Alemania se han prohibido las mascarillas de tela y recomiendan la FFP2 para todos los ciudadanos en comercios y transportes públicos.
Durante la pandemia se ha elaborado una Guía del Ministerio del Consumo sobre el uso de la mascarilla y su conveniencia en distintos ámbitos y contextos sociales. Aunque el debate entre los epidemiólogos se mantiene abierto y los protocolos se siguen evaluando constantemente.