El humorista tenía muchas cosas que comentar sobre la famosa cena, aunque los atrevidos y atrevidas no estaban para escuchar sus quejas. La primera atrevida le ha mandado bien lejos, mientras que la segunda se lo ha dejado claro desde el principio: «Que no me cuentes tus penas», le llegaba a decir.
Poco después, un hombre se partía de risa al escuchar a Isidro Montalvo al otro lado del teléfono. No era Marcelino ni había cenado con Conchi y Alfonso, pero por pasarse un rato divertido podía fingir que sí lo había hecho.