«Aquí control del teléfono fijo», se presentaba Montalvo a su víctima. «¿Qué tal le funciona su teléfono, señora», consultaba. «Va bien, pero suena muy poquito», respondía la interlocutora casi sin pensar.
«Bueno, es que estoy llamándole desde Vitoria, igual es eso». A lo que nuestra atrevida afirmaba comprensiva: «le oigo, pero como muy largo», explicaba refiriéndose a un efecto de eco que Montalvo iba aplicando a su voz para confundirla.
«Hagamos un poquito de conversación para ver si funciona esto», iba argumentando Isidro hábilmente. «¿Qué tal las vacunas? ¿Le han puesto las dos?», le sonsacaba. «Bueno, que tengo que colgar…», respondía la atrevida confundida.
Montalvo, para rematar la paciencia de la mujer, se arranca con una canción. «Yo soy aquel que llamo por teléfono para averiguar si esta averiado…», le decía a Joaquina, nuestra víctima.
Finalmente la mujer, agobiada, le responde «Mire, lo siento mucho, pero me tengo que ir».
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