«El amante perfecto no sabe esperar pero absorbe cada minuto», es el verso inicial de este contundente relato de amor prohibido, con un toque erótico pero sutil y un remate que le ha llevado a nuestro compañero a inventarse unas nuevas islas.
Porque pasamos de hablar de párpados a casi mencionar Barbados por una tilde mal puesta; aunque eso no impedirá que nos introduzcamos en la historia y veamos esa fogosidad entre mujer o marido y amante.