Isidro Montalvo viene con ganas de hablar amantes y a ellos les va a dedicar una poesía que le acaba confundiendo incluso a él:
«El amante perfecto no sabe esperar pero absorbe cada minuto», es el verso inicial de este contundente relato de amor prohibido, con un toque erótico pero sutil y un remate que le ha llevado a nuestro compañero a inventarse unas nuevas islas.
Porque pasamos de hablar de párpados a casi mencionar Barbados por una tilde mal puesta; aunque eso no impedirá que nos introduzcamos en la historia y veamos esa fogosidad entre mujer o marido y amante.
«Quizá mañana no te llame… Pero te pido el teléfono dejándote la puerta abierta a otras madrugadas», concluye una nueva poesía fruto de la inspiración que cada noche le llega a nuestro querido Isidro.
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