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Isidro Montalvo gasta una broma desde una supuesta agencia de viajes: «¡que yo no soy Angelita!»

Guss González
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Crucero
Isidro Montalvo se mete en la entretienda de una agencia de viajes para gastar una broma atrevida a una mujer que tiene previstas unas vacaciones en crucero, ¿o no las tenía?… ¿Zarpamos?

Montalvo carga desde el principio en cuanto descuelgan el teléfono… «Oye, Vamos a ver. Estoy aquí en la agencia de viajes con el tema del crucero», comienza la llamada. «¿De qué me habla usted a mí?», responde una mujer que ha descolgado al otro lado de la línea.

«Angelita, escúchame…», insiste Isidro, aunque la mujer tiene claro que la llamada no va con ella: «… ¡qué yo no soy Angelita!», le contesta algo nerviosa antes de colgar repentinamente.

Montalvo, que huele la situación, repite llamando al mismo número… «Se ha cortado, mire usted…», comienza hasta que la mujer le interrumpe: «… que he cortado yo porque no soy Angelita…», repite una y otra vez. Isidro, sigue con su conversación mientras desespera a su interlocutora: «… lo que no puede ser es que Camilo, me esta diciendo que eres tú la que manda…». La mujer atónita, vuelve a colgar la llamada.

Nuestro bromista atrevido vuelve a remarcar: «… ¡qué no soy Angelita…!», intenta argumentar la mujer. «Yo quiero localizar a Angelita que tiene un crucero y se marchan ya de viaje», le explica Isidro para continuar con su asunto: «… mire lo que yo tengo aquí es que el camarote que han elegido…»

 

Isidro Montalvo insiste con el crucero

 

La mujer, irritada, le interrumpe: «… que yo no tengo que ver nada ni con el camarote ni con la agencia de viajes». Montalvo intenta enredarla: «… pero vamos a ver… Usted es la cuñada de Teresa…», menciona. «Que no, que ha marcado otro número», repite la mujer.

«Yo lo que le quiero dar a entender es lo siguiente… Hagame caso en lo que le recomiendo con el camarote», le explica Isidro. «Que no tengo nada que ver. Déjeme usted en paz, ¡hombre!», vuelve la mujer a soltar.

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Finalmente, y en un nuevo intento, Montalvo argumenta: «… discúlpeme por favor. Le llamo porque soy un pesao», confiesa. «Si es que yo no tengo nada que ver», vuelve la mujer a insistir. «Tiene usted toda la razón, discúlpeme…», comenta Isidro. «Muy bien. Pues disculpado. Hasta luego…», contesta la señora antes de volver a colgar.

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