La menor ingesta de bocadillos, la preferencia por otros productos y una equivocada percepción de que es poco saludable se presentan como los principales frenos al consumo de pan entre los hijos, según el estudio ‘Análisis del consumo de pan en el target infantil’
“El no consumir una cantidad suficiente de pan podría conducir a desequilibrios importantes en la dieta, aumentando la cantidad de energía procedente de las grasas y las proteínas”, afirma la doctora Beatriz Navia
El pan es fuente de proteínas y de fibra, cuya ingesta es con frecuencia inferior a la recomendada. Con el fin de cumplir con el consumo recomendado de raciones del grupo de cereales y derivados, la Guía de la Alimentación Saludable de la SENC (2018), si bien aconseja consumir arroz, al igual que pasta, de 2 a 3 veces a la semana, recomienda incluir el pan en todas o prácticamente todas las comidas del día. Un aspecto que solo se cumple en cuatro de cada diez hogares españoles donde habitan niños de entre 6 y 12 años, tal y como se desprende de los datos del estudio.
La última Pirámide de la Alimentación Saludable española establece un consumo de entre cuatro y seis raciones/día de cereales y derivados (pan, arroz, pasta, cereales de desayuno y otros cereales) y patatas (que incluye en la recomendación por su similitud con los cereales en cuanto al contenido de carbohidratos complejos), ajustando la cantidad consumida en función del grado de actividad física, que deberá ser mayor si la actividad es elevada (seis raciones/día) y más baja en casos de actividad escasa (cuatro raciones/día).
Algunos trabajos realizados en escolares españoles han puesto de relieve cómo el consumo de cereales totales está condicionado por el consumo de pan, siendo más satisfactorio en los niños con un mayor consumo de este alimento. Teniendo en cuenta todo esto, y que los cereales y derivados son la principal fuente de hidratos de carbono complejos en la dieta “el no consumir una cantidad suficiente de pan podría conducir a desequilibrios importantes en la dieta, aumentando la cantidad de energía procedente de las grasas y las proteínas”, añade la experta.
Según el estudio ‘Análisis del consumo de pan en el target infantil’, en los hogares donde ha bajado el consumo de pan en el último año entre los niños de 6 a 12 años, afirman que este descenso se ha producido especialmente en la merienda. Concretamente, cuatro de cada diez padres encuestados indican que sus hijos comen menos bocadillos. La preferencia por otros productos (35%) y una equivocada percepción de que el pan es poco saludable (21%) son otros de los frenos indicados por los padres.
La comida del recreo o la merienda son momentos ideales para que los niños incluyan en su dieta alimentos de gran interés nutricional, como cereales, lácteos o fruta, que completen la dieta diaria. “En los niños que desarrollan una actividad física elevada, la cual implica un gasto elevado de energía, el bocadillo, a media mañana o en la merienda, puede ayudar a cubrir la mayor necesidad de ingesta de hidratos de carbono debida a las mayores necesidades de energía. En estas circunstancias, un bocadillo, acompañado de una fruta o de un lácteo, puede suponer una excelente opción”, recomienda la doctora Navia.
Para calcular los gramos de una ración de pan de una forma fácil, la doctora Navia nos da un sencillo truco: “Una rebanada de un dedo de grosor de pan de barra son aproximadamente 10 g por lo que: una ración para un niño de 6 años sería un trozo de pan de unos 3 dedos; para un niño de 7 a 12 años sería un trozo de pan de unos 4 dedos; y para un adolescente sería un trozo de pan de unos 6 dedos”.