Rocío Ramos-Paul ayuda a esta atrevida para saber gestionar esa diferencia de límites en su propia casa y en la de sus padres.
«Mi hija, en casa de sus abuelos, juega a lo que quiere y come lo que quiere», explica la mujer que, al advertir a su madre sobre ese comportamiento, ha sido tajante: «Me ha dicho que, entonces, no le lleve a la niña«.
El gran problema viene cuando se vuelve «salvaje» al volver a casa. Un asunto muy habitual según nuestra especialista, que da con la clave para evitar el conflicto: «Lo ideal sería poder coordinarse», señala Rocío que, además, aconseja poner pocos límites en los que estén ambos de acuerdo.
Aunque sea complicado, ella y su marido deben entender que los abuelos son «cómplices« y ellos deben ser algo más severos. Por eso, los más peques acabarán entendiendo esta situación y dejará de actuar así cuando vuelva a las normas estrictas de su propio hogar.
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