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¿Feliz o triste? Tu hambre será diferente
Existen 7 tipos de apetitos según tu estado de ánimo
Muchas veces
tomamos alimentos sin necesitarlo y sin pensarlo. No siempre es porque sea una necesidad física. Por ello, existen diferentes tipos de hambre según nuestra situación.
Cuando olemos un delicioso pastel o tenemos ganas de comernos una hamburguesa nos hace dudar si ese tipo de hambre responde a tener apetito o simplemente a un deseo de probar ese alimento.
Para explicar los diferentes tipos de hambre se habla del concepto de alimentación consciente, es decir, la comida llevada a la nutrición: comer despacio y con todos los sentidos.
Los diferentes tipos de hambre
Hay hambres relacionadas con nuestra anatomía:
- Comer por los ojos: esto ocurre cuando tus ojos ven un alimento apetecible y manda el mensaje al cerebro de tener hambre de ello. Ocurre cuando vemos una comida tentadora y la «necesitamos». Además, un plato bien presentado atrae muchos más que otro que parezca poco apetecible.
- Hambre de olfato: el sabor de la comida es casi en su totalidad su olor. El olfato y el gusto están muy relacionados y pueden confundirse. Por ejemplo, percibir el olor de pan recién horneado hace que la mayoría piense que quiere comerlo antes de olerlo. Sin duda, los olores de los alimentos influyen en su elección.
- Hambre de boca: hay veces que comemos sin pensar y esto es conocido como un antojo. Se trata del hambre más difícil de abordar porque se basa en que la boca necesita satisfacer el deseo de probar variedad de texturas y sabores. Desafíala masticando bien la comida.
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¿Por qué a veces tenemos un hambre voraz por la noche?
- Hambre de estómago: esta ocurre cuando tenemos sensación de vacío en el abdomen y es cuando nuestro cuerpo necesita energía. Es el más evidente de todos y está asociado a efectos adversos, pues muchas comemos porque es la hora de comer y no porque tengamos esa sensación.
- Hambre celular: genera mucha intriga. El cuerpo necesita nutrientes y nuestro cuerpo lo pide. Por ejemplo, cuando tenemos poco hierro, nuestro cuerpo anhela consumir carne roja. Por ello, hay que escuchar al cuerpo y ver que alimentos necesita y por qué.
- Hambre mental: lo que pensamos afecta a nuestras elecciones. Por lo tanto, esta se basa en nuestros pensamientos. El problema es cuando se come basándonos en el pensamiento de la mente, y pasa a basarse en la preocupación: «debería comer» y «no debería comer». Por lo tanto, no se disfruta de lo que se come.
- Hambre de corazón: nuestras emociones influyen en qué y cuándo comemos. Podemos desear una comida reconfortante cuando estamos tristes o porque la asociamos a un regalo. Esta alimentación emocional se usa para distraer, consolar o evitar hacer frente a una emoción negativa.