Si sueles hacer bizcocho casero para tus desayunos, meriendas y postres esto te interesa. A pesar de ser una receta sencilla que podrás elaborar con tan solo unos cuantos ingredientes de manera sencilla, a veces hay algo que falla: nuestro bizcocho no sube lo suficiente o incluso que suba pero al sacarlo del horno se desinfle de nuevo.
Los tiempos de horneado es una de las cosas que más influyen en todo este proceso. Es posible que tu bizcocho no suba lo suficiente porque lo hayas sacado del horno antes de tiempo, cuando aun no estaba lo suficientemente hecho. Cuando esto sucede lo mejor es cuando lo vuelvas a hacer dejarlo diez minutos más en el horno. Si ves que por fuera ya está hecho, baja la temperatura y déjalo más tiempo, evitarás que se queme.
Si tu problema es que se baja en cuanto lo sacas del horno, suele ser porque no has añadido los ingredientes en las cantidades correctas. Asegúrate de que la masa no ha quedado muy líquida ni muy espesa o compacta, en este último caso lo mejor es añadir un poco más de harina o leche.
Además hay algunas claves para que quede esponjoso y alto. Parece algo «de cajón» pero muchas veces nos olvidamos de añadir el elemento estrella para que el bizcocho suba, la levadura. Si te acuerdas de echarla no tendrás problema para que suba.
Aunque te parezca un gesto sin importancia es muy importante cómo y cuánto bates los ingredientes, el truco está en batir enérgicamente con varillas manuales o eléctricas pero eso si…sin pasarte. Si bates demasiado la masa del bizcocho podemos conseguir el efecto contrario y que el bizcocho no nos quede compacto. Si le damos el punto justo la levadura se repartirá bien por toda la masa y el bizcocho subirá de manera uniforme.
Otro gesto que te ayudará a que tu bizcocho suba es precalentar correctamente el horno. La temperatura ideal para precalentar el horno es de unos 200 grados arriba y abajo entre diez y veinte minutos (más o menos lo que tardas en preparar la masa) y para hornearlo es entre 170 y 180 grados y sólo abajo.
MÁS SOBRE: