Recientes estudios realizados con Tac y Escaner han podido ver la evolución de la anatomía de la grasa y de los huesos de la cara durante el envejecimiento.
En una persona joven la forma de su cara es triangular con la base del triángulo en la zona superior, según envejecemos la forma del rostro se hace más rectangular, esto es por los cambios en la grasa de la cara y en los huesos faciales.
La grasa de la cara está dividida en una especie de celditas, las personas jóvenes tienen estas celdas “a tope” de grasa, por tanto el aspecto de la piel es luminosa.
Con el paso de los años estas celditas se van encogiendo y van perdiendo volumen primero alrededor de los ojos, luego alrededor de la boca y así sucesivamente por todo el rostro.
Por eso las personas que ganan peso tienen mejor cara, porque rellenan esas celditas.
Esa es la razón de que con la edad aparezcan ojeras y surcos alrededor de la boca.
El maxilar superior y el inferior va adelgazando y por eso la nariz pierde su apoyo y con los años se va cayendo y además vamos perdiendo progresivamente mentón y mandíbula.
Aunque las arrugas, las venitas y las manchas nos hagan parecer mayores, lo que realmente nos envejece son estos cambios en la grasa y los huesos faciales que ocasiona que nuestra cara se vaya descolgando con los años.
Por eso las personas con pómulos y mandíbula pequeños envejecen pero, mientras que una buena estructura ósea facial hace que envejezcamos mejor.
Mantener un peso adecuado es esencial para que los compartimentos grasos envejezcan armónicamente.
Para evitar que los huesos de la cara adelgacen antes de tiempo es muy importante seguir una dieta adecuada.
La dermatología estética también puede paliar estos cambios en nuestro rostro.
Existen sustancias inyectables (hilos tensores, rellenos e inductores de colágeno) que pueden paliar estos cambios en la anatomía de nuestro rostro.
Los hilos recolocan los tejidos que se han descolgado y los rellenos pueden ponerse en zonas dónde se ha perdido grasas y hueso.
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