Practicar deporte de forma regular tiene múltiples beneficios, no solo para nuestro cuerpo, sino también para nuestra mente. Además de ayudar a mantenernos en buena forma o para adelgazar, el deporte nos ayuda a ganar o a mantener la elasticidad, la fuerza o la resistencia, así como a prevenir lesiones, sobre todo a partir de edades más adultas. Sin embargo, aunque siempre se habla mucho de los efectos positivos de la actividad física, no se suele hacer hincapié en qué pasa si dejamos de hacerla.
Si tu cuerpo está acostumbrado a hacer deporte con frecuencia, notará la pausa aunque sea breve, ya sea por vacaciones, por una lesión o porque por la razón que sea no has podido dedicar tanto tiempo a tus entrenamientos y rutinas. Eso sí no supondrá el mismo esfuerzo retomar la forma física en un parón breve que si has dejado definitivamente de hacer deporte.
Además de aumentar el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular, existen otros efectos más visibles a corto y medio plazo cuando paramos de hacer deporte de repente.
Se trata de uno de los efectos de aparición más rápida. Según el doctor Mario Lloret, especialista en Medicina del deporte y catedrático de Anatomía aplicada a la actividad física, “a partir de la octava semana de abandono del entrenamiento la pérdida de la fuerza muscular se sitúa entre el 7-12%”.
Una de las consecuencias más frecuentes y rápidas. Es probable que te cueste más conciliar el sueño que cuando hacías deporte y que éste sea más ligero.
Es otra de las consecuencias que se notan más rápidamente, independientemente de lo deportista que fueras antes de dejar la actividad física. Tan inmediata es la ralentización del metabolismo que se puede apreciar en el primer mes de parón. Este sería por ejemplo el caso de una pausa por vacaciones.
Con la pérdida de masa muscular llega también la pérdida de flexibilidad y es probable que la aprecies en tu día a día. Recuperarla es posible aunque es un trabajo paulatino ( y no tan rápido como perderla).
Cuando dejamos de hacer deporte el cuerpo consume menos oxígeno y también genera menos dióxido de carbono y la circulación también se desacelera.
En gran parte depende de la persona, de su fuerza de voluntad y de cuánto de implicada estuviera con el deporte. Sin embargo, la clave está en ir poco a poco retomando la actividad física que estábamos acostumbrados a hacer con un ritmo ascendente progresivo y evitando esfuerzos bruscos de repente. Porque, aunque antes nuestro cuerpo estuviese acostumbrado a realizar algún tipo de práctica sin apenas esfuerzo, al haberlo apartado de nuestra rutina no estaremos al mismo nivel que antes. También es importante ir poco a poco a nivel mental para evitar la frustración y terminar rindiéndonos.
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