Por Alejandro Vera
La archiconocida Operación Bikini ha calado dentro de nuestra idiosincrasia a tal punto de considerarla como algo natural y cotidiano.
Al principio de cada primavera, cuando las inclemencias del invierno cesan, una idea comienza a rondar nuestras cabezas: la inminencia del verano.
Con el verano no solo llegan las altas temperaturas y el buen tiempo. Abren las piscinas, ir a la playa es lo común y el espejo comienza a ser un enemigo acérrimo.
Luego de varios meses de invierno, la ingesta calórica y la reducción de la actividad física, comienzan a pasar factura. Al terminar el invierno, notamos que hemos ganado unos cuantos kilos y nuestro cuerpo se ha redondeado más de lo “estéticamente correcto”.
Lucir en público un cuerpo con sobrepeso, es para muchas personas una idea pavorosa.
Disfrutar el verano implica indefectiblemente la ropa ligera, bañadores y la exposición de nuestro cuerpo.
Por ello, una porción nada despreciable de la población, se someten a regímenes casi marciales de dietas restrictivas, frenéticos ejercicios y prácticas poco saludables.
Esta es la época más soñada por gimnasios y las secciones de alimentos de dieta de los supermercados. Las descargas de dietas en internet alcanzan su pico máximo y la venta de complementos deportivos llegan al tope.
Los consultorios de los cirujanos plásticos se atiborran de pacientes. Desde los que desean un sencillo y agraciado aumento de labios hasta los que desean procedimientos más invasivos.
Las solicitudes de liposucciones y aumento de busto se multiplican por miles.
A pesar que es prácticamente una tradición, expertos en nutrición alzan su voz contra la operación bikini.
Desear un cuerpo tonificado o definido no tiene nada de malo. De hecho, es favorable para la salud trabajar en pro de este deseo.
Sin embargo, lo que sí es perjudicial son los caminos que transitamos para lograr ese objetivo.
La drástica reducción de la ingesta de alimentos puede llegar a niveles perjudiciales, al igual que un aumento desmedido de la actividad física sin una preparación previa.
La adopción de “dietas de catálogo” sin una supervisión especializada, puede convertirse en un factor perjudicial para la salud.
Según la opinión de expertos en nutrición de la Universidad Internacional de Valencia, la reducción drástica de alimentos es altamente perjudicial.
Las dietas hipocalóricas y restrictivas, típicas de la operación bikini, pueden estar ocasionando daños en la salud irreversibles.
Paradójicamente, los expertos nutricionales advierten que este tipo de dietas, pueden representar lo que se conoce como el efecto boomerang. Es decir, que sus efectos repercuten en un detrimento de la estética corporal.
De acuerdo a nutricionistas como Juan Revenga, en su libro “Adelgazame, Mienteme”, las dietas restrictivas se están convirtiendo en un problema de salud pública.
La mayoría de las personas, empujadas por el ferviente deseo de lucir un cuerpo de verano, no se percatan de los riesgos a la salud que tiene la operación bikini.
Del mismo modo, tampoco parecen notar que este tipo de dietas, se convierten en un paliativo efímero cuyos reveses son peores a no hacer nada en lo absoluto.
En vista de la preocupación que nos causa la estandarización de esta costumbre malsana, hemos querido darte 3 razones para no hacer la operación bikini.
Es un sueño que se convierte en pesadilla.
Es posible que luego de un par de semanas de una dieta super restrictiva, comiences a notar como la báscula baja unos cuantos kilos.
Quizá tus viejos vaqueros, aquellos que no pasaban de los muslos, ahora te queden como un guante. Evidentemente, la sonrisa que se dibujará en tu rostro será inmensa.
Sin embargo, lo que está sucediendo realmente es que probablemente tu cuerpo está entrando peligrosamente en algo conocido como cetosis.
Tu cuerpo necesita energía para funcionar. Esta energía es producida por el procesamiento de alimentos y la extracción de carbohidratos, glúcidos y proteínas.
Cuando el cuerpo no obtiene esos requerimientos energéticos, los busca en las reservas corporales. Por lo general, esta reserva se encuentra en las cadenas de aminoácidos musculares, tisulares y adiposas.
Por supuesto, que esto en apariencia es un éxito. La disminución de medidas y peso, se puede percibir como un logro tras un gran sacrificio.
Pero, lo que está pasando realmente es que te estás desnutriendo. Tu cuerpo se está auto-consumiendo y esto produce un perjuicio a nivel sistémico.
El cuerpo necesita nutrientes y los extraerá al máximo de la próxima comida completa que hagas.
Es decir, lo más probable es que una vez que relajes un poco tu dieta, aumentes el doble o triple de masa y peso.
Es frustrante y depresiva
Los procesos de bulimia y anorexia, tienen un alto componente psicológico. En un grado inferior, las personas que se someten a arduas restricciones alimenticias, pueden sufrir síntomas similares a los pacientes con desórdenes alimenticios.
No obtener el resultado deseado tras varios meses de sacrificios y trabajo pesado, puede aumentar la frustración en muchas personas luego de la operación bikini.
Las consultas de psicólogos se llenan de pacientes en búsqueda de apoyo profesional para manejar frustraciones producidas por dietas muy estrictas.
Por otro lado, la privación de alimentos en calidad y cantidad, produce una situación de estrés químico en el cerebro. La segregación de cortisol y endorfinas aumenta considerablemente, lo que trae consigo un aumento de cuadros depresivos.
Como hemos visto, un cuerpo bajo la privación de alimentos aprovechará al máximo cualquier fuente nutricional externa.
El cuerpo extrae todo lo posible de cada alimento que se ingiere durante períodos de restricción alimenticia. El metabolismo se acelera a un punto anormal y saca el mayor provecho de cada ingestión.
El verano es tradicionalmente una época de alta ingesta alimenticia. De cervezas, aperitivos, frituras y alimentos procesados.
Unas patatas fritas en la playa o un filete empanado en la piscina, serán absorbidos a un ritmo frenético por el cuerpo en búsqueda de energía.
Por lo tanto, “llevar” a un cuerpo carente de energía a exponerse a ingestas hipercalóricas, producirá el tan temido efecto rebote.
En conclusión, el deseo de bajar un par de tallas y tonificar un poco nuestro cuerpo antes del verano, es natural y saludable.
Pero, hacerlo de manera abrupta, frenética y privando a nuestro organismo de nutrientes, es una práctica perjudicial y muy peligrosa.
Cada año, las salas de urgencias de hospitales se llenan de pacientes con severos cuadros de deshidratación y desnutrición a causa de la infame operación bikini.
Si deseas lucir un cuerpo esbelto pero al mismo tiempo saludable, lo mejor es comenzar un régimen guiado por un especialista y personalizado al 100%.
Recuerda siempre que un cuerpo sano es un cuerpo bello, sin importar si tu bañador es xs o xl.
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