El cuadro de síntomas que presenta la variante británica es mucho más general: tos, dolor de garganta, fatiga, dolor muscular y fiebre. Además, el número de asintomáticos es menor entre los contagiados por esta variante.
La Oficina Nacional de Estadísticas Británica (ONS) ha señalado, sin embargo, que según los estudios realizados no se han hallado «evidencias» de que existan diferencias de síntomas en lo relativo a la dificultad para respirar o dolores de cabeza.
Síntomas comunes
Síntomas menos comunes
Síntomas más graves
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De la cepa británica preocupa su rápida velocidad de transmisión y su difícil detección. Su actividad de propagación, es un 70% más elevado que la convencional. A esto se añade que solo existe hasta el momento un tipo de PCR capaz de detectarlo, ya que una de las diferencias reside en la codificación de la proteína espiga (S), a través de la que el virus se adhiere al organismo.
Esta variante ha desarrollado 14 mutaciones diferentes que han provocado cambios en la estructura del virus como, por ejemplo, su composición de aminoácidos.
Lo que sí es común en ambos casos es la respuesta del organismo frente al virus y cómo debemos proceder a evitar su propagación: confinamiento total del enfermo y de las personas con las que haya tenido un contacto estrecho.
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