Se suele utilizar la relación abierta como un comodín cuando las cosas van mal, pero es un gran error. Cambiar las bases de una relación en mal estado es tirarla por la borda. Tu pareja tiene que entender que no es nada malo y que no tiene la culpa. Debes explicarle los motivos reales por los que quieres dar este paso.
Se trata de un tema complejo, no puede zanjarse de un día para otro. Es algo que requiere mucho tiempo y paciencia. Hay que mostrarse decidido a la hora de hablar con tu pareja. No puedes proponerle algo así sin saber del todo si quieres hacerlo. A partir de ahí, podéis analizar las ventajas e inconvenientes de esta decisión.
Después de hablarlo, tu pareja necesitará tiempo para asimilarlo. Comenzar una relación abierta es un asunto delicado y puede ser difícil tomar una decisión. Una vez que lo consiga, debes escuchar su opinión y respetarla para llegar a un acuerdo. Lo más probable es que los dos tengáis que dar vuestro brazo a torcer en mayor o menor medida.
Si después de todo tu pareja se opone, te tocará a ti tomar una decisión. Tienes que pensar hasta qué punto necesitas una relación abierta y si esa libertad es más importante que tu pareja. Si es así, lo más saludable para los dos es daros un tiempo o terminar con la relación.