Encontrar a tu pareja ideal con un test de saliva: The One podría ser una realidad muy pronto

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Si has visto la serie de Netflix ‘The One’ sabrás de lo que estamos hablando. Si no es así, te lo contamos con una sencilla frase: en un futuro cercano una simple prueba de ADN te conectará con tu alma gemela. En la serie, hombres y mujeres emparejados por su ADN sienten una atracción irresistible e inmediata la primera vez que cruzan sus miradas. Y es que la ciencia no tiene margen de error.

Niusdiario.es publica un reportaje en el que explica que desde hace años son muchas las empresas que investigan esta tecnología que combina la biología con el amor: la búsqueda de tu pareja perfecta a través de tu código genético.

Mencionan en el artículo a varias compañías, DNA Romance, Instant Chemistry, Gene Partner que trabajan en investigaciones basadas en su mayor parte a la teoría del olfato y la compatibilidad genética.

https://www.youtube.com/watch?v=-habaLKw57E

La pareja ideal: empresas que ponen en contacto a Romeos y Julietas

Una de las pioneras de esta aventura bioamorosa fue Pheramor. La compañía aseguraba a sus clientes que podría emparejarles con su otro yo simplemente analizando el ADN que contenía su saliva.

Según cuenta Nius, «Pheramor (feromona) aseguraba que podía identificar 11 genes «probados» para determinar la atracción romántica y sexual».

No hubo suerte y la teoría de Pheramor fracasó, por eso DNA Romance intentó buscar las flechas del amor de Cupido en el «olor corporal» de las personas: «Las personas con diferentes marcadores de ADN encuentran que su olor es agradable y es, por ello, más probable que tengan una relación romántica duradera».

Matthew Cobb es autor de La idea del cerebro un libro en el que plantea entre otras cosas, este tema del amor ideal basado en la coincidencia del ADN: «muy poco sobre los humanos está determinado únicamente por la genética, por lo que la idea de que esta parte más mágica e inexplicable de nuestro comportamiento, el amor, pueda estar determinada por nuestro ADN parece ficticia».