Al descolgar el teléfono, Isidro se presentaba: «… le llamo del obispado de Córdoba. Tienen ustedes preparada ya la fecha para la boda que se va a realizar», introducía a la mujer que respondía la llamada.
Más adelante, Montalvo proseguía: «Por lo que veo, tenemos pendiente la fecha de los cursos prematrimoniales«, aseguraba muy educado. La mujer respondía sobre este asunto: «Mi futuro marido trabaja dos semanas y descansa una. No habría problema porque lo hacemos aquí en el pueblo con un amigo nuestro», comentaba
Montalvo, ya suelto en su papel de sacerdote, continuaba tentando a la novia. «Usted sabe lo que hacemos en los cursos prematrimoniales? Hablaremos de lo que es el sexo… porque es muy goloso», explicaba.
La llamada iba sucediendo hasta que el parroquiano Montalvo le pide rezar a nuestra atrevida. Un padre nuestro y una ave maría que la mujer, muy creyente, parecía saberse perfectamente. Pero llegado el punto de recordar canciones de misa, ya no ocurre lo mismo. «Ven con nosotros… es que no me acuerdo bien…», se disculpaba la interlocutora.
De repente el sacerdote comenzaba a pensar en alto «Esa canción no la ha cantado nunca. A ver si se cansa el sacerdote y me deja…», comentaba para sí mismo. «¿Perdone…?», interrumpía la mujer muy confundida . «Si no la sabemos, pues no la cantemos…», aseveraba Montalvo.
Para finalizar, el supuesto cura ponía a la mujer en contacto con el falso monaguillo de la parroquia, que resultó ser su futuro marido. Ambos rieron divertidos al descubrir que todo es una broma, aunque la mujer llegó a comentar: «Yo ya no sé si me voy a casar!», bromeando.
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