El estrés influye en las decisiones alimentarias que tomamos, si nos sentimos agobiados y sin tiempo para nada optaremos por comer comida congelada, rápida y generalmente de mala calidad nutricional.
Un estudio realizado con madres de niños pequeños con sobrepeso (las madres) e ingresos bajos en el que se emplearon encuestas para evaluar el grado de estrés, percibido cómo la ingesta de comida rápida y comida con alto contenido en grasa dejó datos muy significativos. Sobre todo en lo relativo al consumo de comida rápida. Mediante el control del estrés percibido, la ingesta de preparaciones grasas y comida rápida de mala calidad se redujo.
Es muy importante controlar y reducir el estrés para centrarnos en la dieta y cocinar más sano, comer mejor en definitiva.
El estrés hace que comamos peor porque altera las hormonas que se encargan de regular el hambre y la saciedad.
El cortisol es la hormona que se asocia con el aumento de peso y es aquella que se libera debido a una situación de estrés. Un estudio de la Universidad de Yale la catalogó como una de las principales causas por las que engordamos.
El cortisol afecta la distribución de la grasa y hace que esta se almacene centralmente en los órganos.