Por eso en principio estará limitado para las respuestas a los tweets y solo el autor del tweet principal puede hacerlo. Además, los usuarios que recibieron un «No me gusta» en su respuesta ni siquiera serán informados.
El Dislike no será público y solo estará al alcance del autor del tweet.
Y entonces, ¿para qué sirve? Pues según Twitter, lo que pretenden saber es qué tipo de respuestas son más relevantes para quienes publicaron el mensaje de origen.
Los datos podrían servir, por ejemplo, para cambiar el orden en que se muestran las respuestas.
Y así lo explican en un comunicado: “Estamos probando esto para comprender los tipos de respuestas que te parecen relevantes en una conversación, de modo que podamos trabajar en formas de mostrar más de ellas. Tus votos negativos no son públicos, mientras que tus votos positivos se mostrarán como ‘Me gusta'»
Algo que hace pensar que probablemente el ‘no me gusta’ sea más bien una herramienta de uso interno que no podrá usar todo el mundo.
Tal y como explica Hipertextual.com, si la información del «No me gusta» se mantiene privada para el autor del tweet principal, no tiene ningún sentido integrarla.
Sin embargo, si los datos son públicos, el ambiente de toxicidad que se vive actualmente en Twitter, se incrementaría de forma exponencial.
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