Tienes un hijo adolescente ¿Debes limitar su libertad? Te damos la respuesta

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Cuando tenemos un adolescente en casa, muchas veces creemos no estar educando bien a nuestros hijos. Es un sentimiento normal (y desagradable) derivado del reto que supone encontrar el equilibrio entre libertades y límites. Desde luego, los excesos no son buenos en ninguno de los dos sentidos.

¿Es buena idea priorizar la libertad con un adolescente?

El mundo está lleno de peligros (violencia, drogas, embarazos no deseados, etc.) y creemos que nuestros hijos adolescentes todavía no tienen la cabeza bien amueblada. Puede parecer un contrasentido ampliar sus libertades en una edad tan alocada, sin embargo, los educadores y psicólogos coinciden en que es el mejor momento para hacerlo.

Cada edad tiene sus propios desafíos y, si en la infancia aprendimos a respetar la autoridad de los padres, en la adolescencia deberemos saber cómo usar la libertad. La única forma de lograrlo es experimentar por nosotros mismos: nadie más puede enseñarnos a ser libres.

Si no damos libertad en la adolescencia a nuestros hijos, estaremos minando su evolución hacia la edad adulta. En otras palabras: un joven que no sabe cómo ser libre seguirá siendo un niño que dependerá de sus padres.

¿Cómo dar más libertad a nuestros hijos adolescentes?

De menos a más

La relación entre los adolescentes y la libertad siempre debe ser gradual. La clave es adaptar la autonomía que les concedemos a su grado de madurez personal. No es lo mismo tener 14 años que 17.

Es importante que nuestros hijos adolescentes vean la libertad como un privilegio que se van ganando progresivamente. Si asumen que se trata de un derecho que les pertenece “porque sí”, estás perdida.

La importancia de fijar límites

Asuntos como la polémica por los botellones en plena pandemia ponen sobre la mesa si es necesario o no controlar a nuestros hijos adolescentes. La verdad es que, en la práctica, no es fácil administrar su libertad correctamente. Entonces, ¿cómo deben ser los límites que les ponemos?

  • Estables: no cambies las reglas cada dos por tres.
  • Acción- reacción: un incumplimiento siempre debe tener consecuencias.
  • Razonables: céntrate en los límites destinados a proteger su salud y seguridad (por ejemplo: “no te emborraches”), en detrimento de otros menos importantes (como “no te tiñas el pelo”).
  • ¿Negociables? Depende. En cualquier caso, no hay que perder de vista que la libertad es un privilegio que puede aumentar o disminuir en función de la conducta.

 

Adolescentes en un parque

Eres su guía, no su dueña

El objetivo de la educación es criar adultos que pueden vivir en sociedad. Para ello, nuestros hijos necesitan experimentar las cosas por sí mismos, ya que no siempre basta con sermonearles. En consecuencia, puedes darles consejos para que acierten, pero debes permitir que se equivoquen. Al fin y al cabo, no son robots.

Conceder más libertad en la adolescencia es un desafío necesario para que nuestros hijos logren madurar. Para hacerlo correctamente debes ampliar su autonomía poco a poco y fijar límites claros.