La sandía es una fruta rica en agua, que tiene muchas propiedades, es diurética, tiene muy pocas calorías y aporta mucha fibra. Es una de las frutas más consumidas sobre todo en los meses de verano, aunque puede consumirse desde principios de otoño y su consumo tiene numerosos beneficios. Puedes tomarla de muchas maneras: en trozos, en zumos, en gazpacho e incluso en ensalada.
Sus semillas aportan proteínas vegetales y fortalecen el sistema inmune, contienen nutrientes como magnesio, zinc y aportan grasas poliinsaturadas.
Pero hay que tener cuidado al consumirlas, lo más adecuado es molerlas y mezclarlas con otros alimentos. Y saber que hay que consumirlas con moderación, ya que pueden provocar molestias gástricas.
El problema más común que surge al tragarnos las semillas de las sandía enteras es que puede llegar a ser muy grave para nuestro organismo es la obstrucción intestinal. Esto es porque nuestro sistema digestivo no tiene las enzimas que hacen falta para descomponer las pepitas debido a la cáscara de celulosa que poseen.
Su composición y tamaño hacen que si las comemos muy a menudo puedan atravesar el píloro y la válvula ileocecal, de camino al intestino grueso, y acumularse gradualmente en el colón.
Los síntomas que nos pueden avisar de la obstrucción intestinal son estreñimiento, dolor abdominal y rectal, además de deposiciones con sangre. ¡Así que mucho cuidado!
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