La cuarentena reconcilió a muchas personas con el deporte. También sirvió para demostrarnos que mantenernos activos físicamente es beneficioso no solo para la salud de nuestro cuerpo, sino también de nuestra mente. La actividad física, combinada con una buena alimentación y unas 8 horas de sueño al día, son aspectos claves para desarrollar una salud de hierro.
Ahora bien, ¿cuánto ejercicio debo realizar para conseguir beneficios en la salud? No hablamos tanto de lograr cambios físicos como de realizar ejercicio para mantenernos saludables. En este último punto es en el que nos centramos hoy.
Aunque no hay limitaciones por edad (existen numerosas personas mayores que tienen tanto o más aguante físico que una persona joven), para aquellos que no tienen el deporte como su mayor afición existen una serie de recomendaciones de tiempo y actividades según su edad.
Desarrollamos los diferentes grupos que los expertos establecen en estos casos. Podemos encontrar cinco etapas:
Los niños suelen ser muy activos, por lo que no hay que exigir que realicen mucho más actividad que la que se ofrece en los centros de educación y a través de actividades extraescolares. Sí que es conveniente que entre estas últimas elijan algún deporte, pues les ayudará a descansar por la noche y así rendir mejor en el resto de clases lectivas.
Se recomienda que los niños de hasta 7 años realicen al menos una hora de ejercicio físico, en la cual entra cualquier actividad recreativa, deporte o juegos que se lleven a cabo en el tiempo del recreo o tras el colegio. Correr y nadar son algunos de los ejercicios más recomendables, pues ayudan a que los pequeños ganen agilidad y desarrollen la coordinación.
La adolescencia es la etapa en la que nuestro cuerpo experimenta más cambios, sobre todo físicamente. Ganamos en altura, en peso y, por ende, en masa muscular. En este caso, es importante mantener la hora de deporte diaria. A las clases obligatorias de educación física debemos sumarle un extra por nuestra parte, bien a través de algún deporte en equipo o de forma independiente.
En este punto, se recomienda evitar el sedentarismo al que llevan los videojuegos o, ya en la etapa final de la adolescencia, el consumo excesivo de alcohol. Esto no solo contrarresta todos los beneficios que conseguimos con el ejercicio, sino que además afecta negativamente a la salud.
Es una de las etapas en las que más toma de conciencia se desarrolla respecto a la actividad física. De los estudios se pasa a las obligaciones laborales y se dispone de menos tiempo para hacer ejercicio. Pero todo es posible si nos gestionamos bien, y en esta franja de edad se recomienda realizar al menos tres horas de actividad física moderada a la semana, sumado a unos 75 minutos más de actividad física más intensa.
En el apartado de la actividad física moderada pueden entrar andar rápido o subir escaleras, mientras que en la más intensa nos referimos a otras actividades que requieren más esfuerzo como son realizar algún deporte, ya sea tenis, fútbol, montar en bici o correr.
Aquí se recomienda mantener el ritmo de la anterior etapa, aunque se puede modificar la intensidad de los ejercicios o variar esta según el tiempo dedicado a los mismos. Es importante conocer nuestros propios límites y explotarlos para sacar el mayor partido de nosotros mismos. Los ejercicios de cardio ganan peso en esta etapa, sustituyendo a otros como los de fuerza (pesas de gimnasio, por ejemplo), que ya no serán tan necesarios.
Al entrar en la tercera edad y jubilarse, lo más importante es no cambiar el trabajo por el sofá. Es una etapa para disfrutar, pero queremos alargarla lo máximo posible, así que debemos evitar caer en el sedentarismo. Lo conveniente es andar un mínimo de una hora al día. Ir a hacer recados, recoger a los nietos del colegio o simplemente pasear son algunas de las actividades que se recomiendan y que además nos mantendrán entretenidos y hará que los días no parezcan tan largos.
Ya tienes la información, ¡ahora toca ponerla en práctica!
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