Picor en los ojos, inflamación en los párpados, enrojecimiento del globo ocular en general, legañas de color amarillento… son los típicos síntomas de una conjuntivitis. Pese a que se trata de una infección ocular de lo más habitual, tanto en niños como en adultos, cuando el paciente es un bebé es verdad que puede provocar algún que otro susto. Sobre todo entre papás y mamás primerizos.
Lo primero de todo es no alarmarse. Como te decíamos, la conjuntivitis puede resultar un tanto “escandalosa” según cuál sea su grado, pero no se trata de una enfermedad grave. Eso sí, en cualquier caso será recomendable que acudas con tu bebé al pediatra para que os recomienden el tratamiento más adecuado. Además, os aclarará si se trata de una conjuntivitis bacteriana (cuidado, este es muy contagiosa), vírica o alérgica.
Debes tener en cuenta que, en el caso de los bebés o niños pequeños existe una complicación añadida: suelen tocarse mucho los ojos por el simple hecho de que sienten molestias en ellos. De tal forma que, debemos estar pendientes para que se toquen lo menos posible (no decimos que no se toquen porque entendemos que es prácticamente imposible), así como mantenerles las manitas lo más limpias posible. Así evitaremos en la medida de lo posible que la infección empeore.
Evita algunos remedios naturales como lavar los ojos con agua de manzanilla, ya que, para los bebés no es lo más apropiado y podrías empeorar la situación. Aunque es muy importante que mantengas la zona afectada por la conjuntivitis lo más limpia posible, en su lugar utiliza una gasa con suero fisiológico.
Por supuesto, no administres ningún tipo de medicamento ni colirio a tu bebé sin que te lo haya recomendado su pediatra.
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