Una de las peticiones más frecuentes de los niños y niñas de, probablemente, los hogares de todo el mundo en algún momento es: “¡Quiero un perro!” Sin embargo, no solo es importante que los pequeños de la casa “quieran” compartir su día a día con una mascota, sino estar convencido de que tu hijo está preparado para tener un perro.
Las mascotas y la convivencia con ellas puede ser de lo más beneficiosa para los niños, pero hay que tener ciertos aspectos en cuenta antes de acoger a un nuevo miembro en la familia. La más importante: un perro o un gato no es un juguete, es un ser vivo al que hay que cuidar y respetar. En definitiva, es una responsabilidad. Por lo tengo, si no tienes este punto claro o si tú mismo como el adulto de la casa consideras que no tienes las ganas o las posibilidades para poder hacerte cargo de un animal, será mejor que no lo tengas.
Existen ciertas señales que pueden darnos pistas sobre si nuestros hijos serían unos buenos cuidadores de sus mascotas o si, por el contrario, se cansarían de ellas una vez se haya pasado la novedad. En algunos casos, es posible que sea mejor esperar a que los hijos sean un poco más mayores, como en la adolescencia, cuando realmente pueden ayudar más en sus cuidados, sacarlo a pasear y, en definitiva, ser más conscientes en torno a las necesidades.
Si tu hijo o tu hija ama la naturaleza y le llaman la atención el medio ambiente (plantar sus propias plantas, el reciclaje…) será una señal muy importante del cariño que puede llegar a sentir por una mascota.
Por ejemplo, difícilmente un niño que es muy descuidado con sus obligaciones asumirá una más, como es cuidar de un perro o un gato. Por lo que, si tu hijo o hija es un poco “desastre”, quizás sea mejor esperar a que madure un poco más.
Las mascotas, especialmente los perros, suelen requerir mucha atención y más siendo cachorros, cuando más energía tienen. Si tu hijo adora estar corriendo y saltando, quizás tener un perro pueda ser el complemento perfecto a su actividad diaria y encontrar en él un perfecto compañero de juegos, pero si por el contrario su personalidad es más sedentaria, es posible que un perro no sea la mejor opción como animal de compañía.
Si cada día te dice que quiere un perro pero cuando ve uno por la calle apenas le hace caso o, incluso, se asusta, es posible que no lo quiera de verdad. Si, en el caso contrario, siente devoción por cada animal con el que se cruza, es muy posible que le gusten mucho de verdad.
Son muchos y muy diferentes. Desde el hecho de que los niños que se crían con mascotas tienen un mejor sistema inmunológico, hasta las enseñanzas tan valiosas para su vida que les puede aportar tener un animal en su entorno. Los niños que tienen mascota, especialmente perro, suelen ser más responsables, más constantes, tienen más facilidad para compartir y más desarrollada la empatía. Además, desarrollar el amor por los animales hará que, muy probablemente, creen un mayor sentimiento de respeto por la naturaleza y el medio ambiente.
Por si esto fuera poco, ¡jamás se sentirán solos! Su amigo de cuatro patas siempre estará ahí dispuesto a protegerle, como fieles y leales que son por naturaleza.
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