Comienzos de diciembre y la Navidad están a la vuelta de la esquina. Son muchas las familias que aprovechan los primeros días de diciembre para definir cómo será la noche más especial del año. Desde la decoración al menú, los más previsores salen ganando al evitar sorpresas y contratiempos de última hora, además de gastos desorbitados. Quienes tienen el papel de ser los anfitriones hacen un esfuerzo por conseguir un hogar acogedor los señalados 24 y 25 de diciembre y la mesa es uno de los temas que más debate generan. ¿Cómo decorarla? ¿Qué es imprescindible? ¿Alguna tendencia apetecible?
La experta en Protocolo, gastronomía y organizadora de eventos Gemma González Events explica que no es tan difícil acertar. “La Navidad es la fiesta más importante del año, una época que vivimos con nuestras familias, cuando todos se sientan a la mesa. Probablemente se trate del día más grande del año, por lo que, igual que nos ponemos nuestras mejores galas, la mesa debe lucir perfecta”.
El primer paso a tener en cuenta es que conseguir esa mesa perfecta no depende de la economía de cada anfitrión, porque hay soluciones: se puede apostar por elementos vintage o heredados. En términos de decoración, el mantel es el punto de partida: “recomiendo siempre utilizar un buen mantel, aunque ahora está de moda usar individuales y poner el plato directamente sobre la mesa, para Navidad nunca lo recomendaría. Mejor un mantel de buen género (de lino o algodón grueso, por ejemplo), que esté muy bien planchado, que con su largo cubra la mesa al completo y que tenga una buena caída”, indica Gemma.
En cuanto al menaje, debe ser el mejor del que disponga la familia anfitriona. Los cubiertos siempre con coherencia, recuerda Gemma: “si vamos a tener un entrante con pescado, ponemos el tenedor de pescado y la pala de pescado y si, a continuación vamos a tener algo de carne, utilizamos el cuchillo trinchante y el tenedor de carne. Es importante disponerlo todo en función del menú, igual que las copas. Si va a haber vino tinto y vino blanco no pongamos solo una copa con la de agua, como haríamos habitualmente, sino colocar todas las copas. Es decir, se trata de vestir la mesa de máxima gala”.
A esto hay que sumarle una decoración especial para la ocasión que, en palabras de Gemma, debe ser medida, no caer en excesos. “Es bonito que haya armonía en colores. El ‘menos es más’ aquí se aplica y le va muy bien. Sobre todo, aspiremos por incluir velas que den calidez y que no sean aromáticas, para no desvirtuar el aroma de la comida. Y recuperemos del historial familiar, si lo tenemos, los ‘platitos de pan’ o una jarra de tapón de plata”, aconseja.
La preparación de la mesa de Navidad perfecta también supone implicar a todos los miembros de la familia, contagiarlos de la alegría de esta fecha. “Lo que es bonito, como preparativo de Navidad, es incluir a los miembros de la familia, para que participen en esa velada. ¿Cómo hacerlo? Si hay niños en casa, se deben distribuir las tareas. Encargaremos a los más pequeños que elaboren tarjetas escribiendo los nombres de abuelos, tíos, primos… Todos los que se vayan a sentar a la mesa, emulando un marcasitios decorado, para construir la ubicación. El abuelo puede limpiar los cubiertos de plata un domingo, la abuela puede rescatar algún elemento de menaje antiguo de cuando se casó (un jarrón, una salsera) que luego nosotros llenaremos de flores. Ese detalle que sea reciclado y sostenible y que tenga el valor sentimental suficiente para que nos acompañe en la mesa”, matiza.
Entre esas recomendaciones decorativas, Gemma González está a favor de introducir elementos históricos y domésticos con valor para la familia y combinarlos con elementos naturales (manteles, servilletas, que sean de lino, de algodón o de yute). «Nada de sintéticos, licras o tejidos brillantes”, advierte. Escoger bien es la clave para triunfar: “se debe intentar decorar con poco, pero utilizando el producto de temporada. Es muy elegante decorar con algunos vegetales o con frutas (manzanas rojas entre las velas, con un poco de ramaje verde, uvas distribuidas por la mesa, unas alcachofas o un centro vegetal con ‘la sopera de la abuela’). Hecho con gusto y sin mezclar demasiados elementos, solo uno o dos distintos e integrados con el color del mantel, puede quedar muy sofisticado y además es más sostenible que comprar en un bazar una corona industrial para poner en el centro de la mesa”, explica.
Además, Gemma González recuerda que un anfitrión inexperto debe aplicar tres premisas.
Por último, la experta recuerda que la comida también decora. “Hemos de vigilar en casa variar desde un punto de vista cromático y de texturas. Es decir, si servimos una crema de puerro, hemos de intentar que el segundo incluya un punto crujiente y un cambio de colores, esa variedad de tonos y de texturas en boca”, recomienda. Y concluye apelando a un apoyo al comercio local, al emprendimiento y a la sostenibilidad: “A veces nos apetece renovar, tener cosas nuevas. Hacer uso de esas servilletas bordadas a mano que hace una amiga, ese mercadillo o showroom de confianza en el barrio, ese familiar que vende platos que pinta a mano. Debemos intentar apostar por aquellas cosas de elaboración artesanal que no tienen grandes comercios, pero que son más especiales. Conviene apoyar a esos emprendedores que realizan su producción de forma local. Siempre recordaremos a quién se lo compramos y siempre encontraremos algo original”.
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