En el caso de Cristina, no tiene ninguna queja hacia su hijo de 17 años porque siempre recurre al juego online cuando termina todos los trabajos y tareas. Sin embargo, más allá de eso no tiene ningún otro ocio: «Me dice que, con las restricciones que hay, prefiere quedarse en casa».
Esto última es una excusa no válida según nuestro compañero, que se detiene en esas tres horas diarias que le dedica como un claro problema para los padres. «Yo empezaría a poner límites», aconseja Pedro.
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