Lo primero que debes hacer es fijarte en el peso, un pollo para asar debe estar entre el kilo doscientos y el kilo cuatrocientos, cuanto más grande más tardará en cocinarse y por lo tanto quedará más seco.
Debes sacarlo de la nevera unas cuatro horas antes de asarlo porque si lo metes frio en el horno tardará más en asarse y porque puedes aprovechar ese tiempo para que se vaya impregnando el adobo.
Es importante que el pollo esté completamente limpio, sin restos de plumas ni pelos.
Por último Jordi Cruz exprime medio limón y lo introduce en el interior del ave, dónde añade además dos hojas de laurel, tomillo y romero fresco.
Se atan las patitas con hilo de brida, tapamos con papel de plástico y lo dejamos unas horas antes de meterlo en el horno para que se impregne bien de todos los sabores.
Precalentamos el horno durante quince minutos a 180 grados con aire por arriba y por abajo.
Apoyamos la fuente en la bandeja del horno, no en la rejilla y la dejamos con cierta inclinación para que los jugos resbalen. Lo colocamos con la pechuga hacia abajo ya que es la parte más seca y queremos que reciba menos temperatura (sólo una hora, luego le damos la vuelta).
Durante la primera hora no tocamos para nada el pollo, después lo sacamos y le damos la vuelta regándolo con el jugo que ha soltado y lo volvemos a meter una media hora más.
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