Tenemos una rutina diaria que no falla: navegar por las redes sociales con nuestro teléfono móvil. Lo hacemos al despertar, en el transporte público, mientras esperamos en alguna parte… Y lo cierto es que aparte de seguir la actividad de nuestros amigos, nuestro cerebro se encarga de engancharnos a las malas noticias.
Durante los últimos meses y la avalancha de información negativa relacionada con la pandemia de la Covid-19, hemos experimentado una dependencia de los datos que durante mucho tiempo fueron realmente negativos y preocupantes.
Ahora, científicos de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, han descubierto que la propia biología de nuestro cerebro interviene en este proceso en el que buscamos las malas noticias.
Los expertos, han conseguido aislar e identificar las zonas de este órgano vital que intervienen en esa búsqueda de novedades negativas que parece incesante.
El hallazgo, publicado en la revista «Neuron», concreta aquellas áreas de nuestra masa gris que se activan cuando un individuo afronta una situación de aprendizaje o de huída de la información relativa a un acontecimiento desfavorable y no esperado.
Para encontrar estos mecanismos, los científicos que han trabajado en este descubrimiento, enseñaron a varios monos a identificar un acontecimiento perjudicial, midiendo si querían saberlo con antelación o no.
En los experimentos se observó la actividad del cerebro de los individuos cuando se enfrentaban a diferentes alternativas. Esto ayudó a aislar la corteza cinglada anterior, que transmite la información sobre las posibilidades buenas y las malas.
Lo cierto es que llegar a conocer este tipo de mecanismos neuronales nos aproxima hacia mejores alternativas y terapias para personas con ansiedad y trastornos del tipo obsesivo-compulsivo, que suelen estar relacionados con una baja tolerancia a la incertidumbre.
La ciencia siempre es la respuesta…
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