Las más evidentes tienen que ver con los problemas bucales debido a la fuerte presión que la musculatura de la mandíbula puede ejercer sobre los dientes, llegando a desgastar su esmalte, a deformarlos o a debilitar seriamente las encías. Lo que podría generar un problema mucho mayor si no es tratado a tiempo.
Pero más allá de los síntomas dentales, la tensión que padecen quienes lo sufren puede ser responsable de muchos de sus fuertes dolores de cabeza.
No existe una única causa y resulta bastante complicado saber con exactitud cuál fue el detonante para que una persona comience a apretar los dientes sin motivo, el estrés y la ansiedad aparecen como los principales responsables de esta dolencia, así como determinados estados psicológicos. A pesar de que estas son las causas principales, también existen otros factores como problemas musculares, factores genéticos e, incluso, la alergia estacional.
La respuesta sería cualquiera, siendo mucho más frecuente en niños y personas jóvenes. Sin embargo, según la Sociedad Española del Sueño entre un 20 y un 30% de la población de nuestro país, predominantemente mujeres, padecen bruxismo.
Más que curarlo, se suele tratar para minimizar sus efectos y el tratamiento más común se lleva a cabo con una férula de descarga. Se trata de una especie de recubrimiento para los dientes creada a medida del paciente y que deberá ponerse para dormir y evitar que el paciente se dañe los dientes. Aunque no impedirá que deje de hacer fuerza con su mandíbula sí que minimizará los síntomas y dolencias como consecuencia del bruxismo.
Por otra parte, en caso de que el bruxismo tenga un origen nervioso, lo más conveniente será abordar este aspecto, tratando el estrés o la ansiedad de la persona e intentando descubrir a qué se debe.
Los problemas emocionales derivados de la pandemia, el estrés, el temor de la población, la preocupación por los posibles problemas económicos o laborales y la llamada fatiga pandémica, han contribuido a la aparición de muchas dolencias relacionadas con los dentistas. Una de ellas es el bruxismo, que ha incrementado el número de personas que lo sufren convirtiéndose en una consecuencia indirecta evidente de la pandemia.