Consciente de que sus actos podrían tener como consecuencia una regañina, el artista decidió endulzar la manera de comunicárselo a su madre con una carta con la que (si eres madre/padre lo sabrás muy bien) es imposible enfadarse. ¡Juzga tú mism@!
«Mamá, no es por no hacer los deberes e irme, lo que pasa es que no me acuerdo de cómo se hacía el ejercicio. Yo presté atención, pero si no me acuerdo ¿qué quieres que haga yo?«, comenzaba la misiva que se puede ver decorada con numerosos corazones.
A continuación el joven Blas Cantó le aseguraba a su progenitora que había estudiado para un examen que tenía próximamente, aunque acto seguido pareció darse cuenta de que no estaba siendo del todo sincero y añadió ‘un poco’. Seguidamente firmaba como Chiqui, el nombre por el que era conocido en su infancia, y un ‘te quiero’ bien subrayado para enfatizarlo.
«No me castigues por favor. Lo siento. Te dejo esta nota con dolor y pena. No te creas que me estoy haciendo el mansico. ¡Adiós murciana!«, continuaba en lo que parece una especie de posdata.
Está claro que Blas ya sabía desde pequeño cómo ganarse a la gente, y para colmo las madres no necesitan de mucho para ser conquistadas por sus hijos. Tanto le debió gustar a la madre de Blas Cantó ¡que guardó la carta todo este tiempo!
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