Doña Ana fallecía a sus 90 años tras una larga y sufrida enfermedad degenerativa. La polémica quedó pronto servida: Kiko Rivera y Anabel Pantoja se enteraban por la prensa del fallecimiento de su abuela.
Anabel Pantoja, que daba por cancelada su boda, abandonaba La Graciosa en un vuelo express con Omar Sánchez y sus primos Kiko y Chabelita. El grupo no llegaba a tiempo al duelo y cremación en el sanatorio donde sí se encontrarían los dos hermanos de Isabel Pantoja.
La prensa agolpada a las puertas del sanatorio se sorprendía al no ver a la artista llegando del brazo de su hermano Agustín. Tal y como informaba Lydia Lozano, Isabel Pantoja decidía no acudir al duelo de su madre por tener «fobia a los tanatorios».
Los hermanos Pantoja, para evitar incómodos encuentros, decidían entrar por diferentes puertas al edificio. Bernardo, desde su silla de ruedas, empujado por su pareja Junco y Bernardo por la puerta trasera, destinada a coches fúnebres.
Bernardo y Agustín agotaron sus energías, más que en velar a su madre, en no toparse el uno con el otro. La sala del tanatorio, de reducido espacio, hacía casi imposible su empeño de no hablar ni mirarse a los ojos. Una pena teniendo en cuenta el desgraciado suceso que los había vuelto a reunir.
Los dos, en vez de intentar de unirse con motivo de lo que hubiera deseado su madre, se situaban en esquinas opuestas durante la cremación. Ajenos el uno del otro, como si de dos auténticos extraños se tratara.
El clan Pantoja no da su brazo a torcer ni en las situaciones más desesperadas. Horas antes de la cremación, la familia organizaba un sencillo velatorio en Cantora. Sin embargo, no todos los miembros de la familia contaban con una invitación.
Por supuesto y el primero en estar totalmente excluido en dicha ceremonia era Kiko Rivera, que llegando a la que fue su casa familiar aseguraba: «Voy a ir a Cantora. Si me dejan pasar le daré un abrazo a mi madre y me iré y si no me dejan pasar pues me iré igualmente«.
Tampoco pudo ofrecer sus respetos el padre de Anabel, que como si de un apestado se tratara, quedó fuera de la finca donde su madre había pasado los últimos años de vida.
Y para terminar la tarde de ayer, llegaba la última polémica: la fallecida no contará con misa en el tanatorio de Jerez donde sí se llevará a cabo la incineración. ¿Por qué? Los motivos todavía no han trascendido, pero, parece que los Isabel y Agustín no tienen interés de dar oportunidades a la reunión familiar.
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