“España huele a ajo”, afirmó Victoria Beckham en 2003 y es que, aunque ella pareció no terminar de adaptarse del todo a nuestro país (no sabemos si a su gastronomía), vamos a tomarnos el comentario por el buen sentido y a reconocer que es indudable que el ajo está muy presente en nuestra dieta mediterránea. Algo que, a juzgar por las propiedades que se le atribuyen al ajo sería de todo menos una ofensa: es bueno para el sistema inmunitario, antiinflamatorio, combate el colesterol, mejora la presión sanguínea… ¡incluso hay quienes lo consideran de gran ayuda contra el cáncer! Aunque hay quienes no llevan muy bien lo del mal aliento tras consumirlo.
En muchas ocasiones al ajo se le ha ensalzado como remedio infalible para muchos problemas de salud, sobre todo cuando se consume crudo. Hasta tal punto que hay quienes recomiendan comer un diente de ajo crudo en ayunas todos los días. Bien es cierto que se trata de un producto cuyo consumo puede ayudarnos, pero hay que tener en cuenta que no se trata de un remedio equiparable a un medicamente, ni es milagroso. Pero, si confías en sus poderes como remedio natural, incorporar un ajo al día no te hará ningún mal ni hay ninguna contraindicación al respecto a no ser que padezcas problemas de irritación de estómago o siempre que no superes abuses.
Muchos estudios confirman el efecto antibacteriano del ajo, eficaz en la lucha de enfermedades como la salmonelosis. Hay que tener en cuenta que sus propiedades varían en función de varios factores como si está entero, machacado o si es fresco.
Su consumo favorece la producción de ácido nítrico, lo que repercute en una mejor elasticidad de las venas y, con ello, una mejor circulación de la sangre. Su contenido en alicina tiene como principal compuesto el sulfuro de hidrógeno, el cual facilita la distensión de las membranas celulares vasculares, disminuyendo la presión sanguínea y favoreciendo la circulación y el transporte de oxígeno.
Hay que tener claro que, en este caso, son efectos que se conseguirían tomando enormes cantidades de ajo y que jamás puede sustituir a ningún medicamento, aunque incorporarlo a la dieta diaria a modo preventivo puede ser una muy buena opción. Los beneficios que se han encontrado en el ajo contra el Alzheimer tienen que ver con sus propiedades antioxidantes, por lo que es un buen enemigo de los síntomas del envejecimiento.
A pesar de que no hay pruebas 100% concluyentes a no ser que se trata de un consumo en cantidades elevadas, hay algunos estudios que apoyan que quienes consumen ajo sufren un 60% menos de resfriados.
A nivel tópico, hay quienes utilizan el ajo como remedio para combatir pequeñas verrugas.
Importante: debes tener en cuenta que, una vez cocinado, prácticamente todos los efectos del ajo desaparecen. Por lo que lo recomendable sería consumirlo crudo y no entero, sino, machacado o laminado.
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