Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra y catedrático visitante de Harvard, explicaba en declaraciones a el periódico El español, cuál es el problema del arroz blanco, «este alimento se obtiene mediante el descascarillado y posterior blanqueo y pulido del grano, mientras que el integral mantiene el color marrón natural al conservar el germen y el salvado, la parte con más fibra, vitaminas y minerales que se pierde con el procesado.»
El mismo diario habla de un reciente estudio que relacionaba igualmente «el consumo de carbohidratos refinados con una mayor incidencia de ‘colesterol malo’, el LDL (‘Low Density Lipoproteins’), frente a las ‘sospechosas habituales’ de la dietética, las grasas saturadas. Basta añadir que los picos glucémicos también están relacionados con la ganancia de peso y la obesidad para concluir que la transición del arroz blanco al integral es interesante por múltiples motivos. Sin embargo, no abundan los productos al alcance del consumidor.»
Y precisamente Mercadona relanza ahora su «arroz integral de grano largo» de su marca blanca, Hacendado, con una valoración nutricional Open Food Facts, muy parecida a la del arroz blanco: unas 350 kcal por 100 gramos, cerca de 75 gramos de carbohidratos y algo menos de un gramo de azúcar.
El arroz integral aporta más minerales que el blanco, sobre todo de selenio y magnesio, que es fundamental en la creación de los ácidos grasos.
Además aporta vitamina B que favorece los procesos de digestión, sin olvidar que es fuente de antioxidantes y un alimento que contiene los 12 aminoácidos esenciales para el organismo.
En cuanto al aporte de fibra entre ambos es de 1,3/100g en caso del blanco frente a 3,5/100g en el del integral. La fibra es esencial para favorecer la función intestinal además de ayudar a saciarte.
Además el arroz integral se asimila más lentamente que el arroz blanco tradicional, debido a su menor índice glucémico que mantiene los niveles de glicemia e insulina.