Ana tiene 45 años y hace 18 que conoció a su pareja. Tienen dos hijos en común y, aunque su relación no haya atravesado problemas demasiado graves, últimamente se encuentra en un momento delicado. Ana y su marido solo mantienen relaciones una vez cada dos o tres meses y ella siente que lo hacen por compromiso. Hace un año que Ana, al verse inmersa en esta situación, decidió comprar un juguete sexual para su propio uso y disfrute. La semana pasada uno de sus hijos encontró el aparato y la reacción de su marido no ha sido como ella esperaba. Él considera la masturbación como una infidelidad y planea dejar la relación e irse de casa. Ana cree que no está haciendo nada malo. No sabe qué camino tomar ni cómo cambiar la percepción de su marido.