Hay relaciones materno filiales para todos los gustos: madre e hija son un universo.
Desde una mujer que se tatuó una flor Edelweiss en honor a su madre hasta una adolescente que la amenaza con irse de casa, el abanico de posibilidades es enorme.
¿Podemos tratar a nuestros hijos de una forma cercana sin perder autoridad?
El necesario equilibrio
Vaya por delante que los extremos no son buenos y que, a estas alturas, ya está todo inventado. En consecuencia, tan malo es poner la cercanía por delante de la autoridad como derrapar en sentido contrario. Hay muchos libros como Madre e Hija que han tratado el tema. Nosotros vamos a ofrecerte una serie de consejos que quizá puedan hacerte reflexionar sobre ello.
- Una relación solamente de amistad con nuestros hijos se caracteriza por una absoluta falta de límites. Así, problemas como la indisciplina y las faltas de respeto no tardarán en aparecer. ¡Recuerda que las amigas pueden convertirse en enemigas!
- Una relación 100 % jerárquica con los hijos, por su parte, prioriza su educación sobre sus propios sentimientos. El resultado de ello son hijos inseguros y muy dependientes.
Conviértete en una madre amigable en 12 pasos
- Mantente siempre firme, pero hazlo de forma cariñosa. Tus hijos nunca deberían tenerte miedo, porque eso les llevará a mentirte más pronto que tarde.
- Fomenta la comunicación con tus hijos mostrándote empática, pero recuerda que la vuestra no es una relación de tú a tú .
- La confianza es un camino de ida y vuelta: si tú confías en tus hijos, ellos confiarán en ti.
- Establece límites y libertades en función de la edad que tengan tus hijos: conforme se hagan mayores podrás ir abriendo gradualmente la mano.
- Nuestros hijos deben asumir que nos corresponde adoptar ciertas decisiones sobre su vida hasta que no sean lo suficientemente maduros para tomarlas por sí mismos.
- Cuando surjan malentendidos o discusiones, te corresponde a ti dirimirlos con calma y madurez. ¡No te pongas a la altura de alguien que es bastante más joven que tú!
- Si cometes un error, asúmelo, pero no dejes que tus hijos te machaquen por ello. En realidad, les estás dando una lección sobre la importancia de reconocer nuestros propios fallos en vez de mostrar una actitud soberbia.
- Concédeles el derecho a experimentar y equivocarse por sí mismos, es la mejor forma de aprender. Esto solo conoce un límite: que no lleguen a ponerse en peligro.
- Si criticas lo que hacen, asegúrate de hacerlo de forma constructiva.
- Aunque las burlas pueden ser admisibles en una o en otra dirección, debéis tener muy claro que el límite es no faltaros al respeto.
- Dales ejemplo con tus acciones y no solo con tus palabras, pero mantente siempre abierta a escuchar sus opiniones.
- Una cosa es mantenerse incondicionalmente al lado de los hijos y otra muy distinta es pensar que estos nunca se equivocan.
En definitiva, nuestros hijos pueden tener otros amigos, pero solo tienen una madre. Así que el papel predominante debe ser este último, pero sin obviar una mayor proximidad en vuestra relación.