Más de 30 años de trayectoria musical, 11 trabajos discográficos, numerosos éxitos, conciertos, colaboraciones y millones de corazones que laten al ritmo de sus canciones. Alejandro Sanz ha crecido personal y profesionalmente arropado por su público y después de tanto tiempo parece difícil seguir descubriendo nuevas cosas del cantante madrileño.
Este nos tumbaba la idea estos días a través de sus redes sociales, donde tiene una gran actividad y se mantiene cerca de sus seguidores. Con una imagen de su infancia en la que aparece de bebé junto a su hermano y su madre, Alejandro Sanz se presentaba ante todos como si fuera la primera vez.
Soy el hijo de María y de Jesús, la de Alcalá y el de Algeciras. Yo el más pequeño de dos. Mi hermano mayor de agosto, de diciembre 18, yo. Siempre fui introvertido. Tenía miedo, estaba ido. Me gustaba la poesía, el flamenco y mi bujío. No tuve muchos amigos, no era por mirarme el ombligo, era que a mí me atraía más que lo de fuera, lo que tenía dentro metío
Como el poeta que es, Alejandro Sanz lo hizo una vez más: lo de emocionar a todos con sus palabras a través de sus vivencias y emociones. En este mundo de la música en el que el artista es toda una eminencia, tan importante es tener talento como muy presente de donde uno viene.
Los siguientes días el cantante ha seguido compartiendo su historia a través de la poesía.
Jugaba a veces en el barrio, por no parecer extraño, pero no encajaba bien con los malos que mandaban en el extrarradio. Siempre me vi rarito, me daba pena salir en clase. En la pizarra, cualquiera me hacía chiquito al burlarse. Quería guitarra y son pero en el pupitre jugaba a ser el más vacilón.
Yo relleno y el flaquito. En la escuela me hice el malo creyendo que así no me darían más palos, pero me los llevé en las calles, y en el corazón y en los rellanos. Quería guitarra y son pero en el pupitre al sol con mi compañero, jugaba a ser el más vacilón.
Mi padre tocaba en un grupo, mi madre luchaba en la casa. ¿Cuántas veces la vi llorando porque perdía la batalla? Y cuando estallaba su impotencia, se me clavaba en el alma y en las costillas con aquellos gritos de plata. No me malentiendan, mi madre fue salvavidas y mi padre, aunque faltaba, también peleaba la vida.
Alejandro Sanz siempre ha mostrado su orgullo por sus raíces y la infancia que vivió soñando con romperse el pecho cantando. Como ese episodio siendo un adolescente en el que desde uno de los puentes de la M-30 de Madrid imaginaba estar en sobre un escenario mientras los coches que pasaban eran todo su público.
Hoy el de Corazón partío llena grandes estadios y llega con su música a numerosos rincones del planeta, pero desde que se despierta hasta que se duerme, incluso estando sobre un escenario con miles de ojos mirándole, Alejandro Sanz no deja de ser ese niño, el hijo de María y de Jesús, la de Alcalá y el de Algeciras.
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